Tener una mala noche siempre me hace pensar
en los días buenos que he vivido.
Saber que estás aquí para cada vez
que necesito tu mano
cálida y sincera
es más que suficiente.
Aún así, hemos tenido momentos geniales.
Como aquel día en que subimos a la azotea a mojarnos
bajo la primera tormenta del otoño,
¿o la última del verano?
viajar en la nube azul,
preparar viajes a Londres,
caminar por los bosques en Galicia,
sentir el sol y el viento en la playa en enero.
Como aquel día en que caminamos de la mano
cuando nadie más pisaba la calle,
las noches de luna llena,
las comidas en cualquier parte
y las cenas en el Dapino.
Me alegro de contar y encontrar mejores cosas que peores.