- Quiero aprender magia- dijo la chica.
El mago la miró.
Hubo un invierno, o puede que fuera una primavera tardía, en la que miles de cosas habían pasado. Tantas que necesitaría una vida para poder ordenarlas y poner en su sitio cada una de ellas. Y casi no recuerdo las cosas que pasaron y las que no pasaron. Pero como dice un viejo amigo nuevo "Todo pasa".
Aquel día, puede que más cansados que nunca, y en una ciudad ajena, pero cercana, recorrimos el casco antiguo mientras reíamos y nuestras mentes volaban como hiceron tantos años antes y después. Lo que sí recuerdo de aquel día, es que estabamos en la fachada norte de la catedral, era de noche, y bastante tarde, pues no había nadie en la calle. Nos turnamos para hacernos fotos y entonces, él volvió la esquina de la calle. Nos miró y nos sonrió, y con una voz que era tan conocida nos dijo: "¿Les tomo una fotografía?" Recuerdo como extendimos la cámara a aquellas manos en silencio. Recuerdo como si fuera ayer, como nos sentamos los tres abrazados y el flash a cámara lenta. Como una ensoñación, él nos devolvió la cámara y nos dijo sonriendo: "Disfruten de la noche, están en la mejor compañía sin duda". Y se fue caminando por la Rua en medio del silencio.
Nos miramos. Y asombrados nos reímos. Había un libro en mi bolso, pero no lo pensé. Lo llevé durante años encima.
Al revelar el carrete buscamos la foto y detrás escribimos: (Nombre de la ciudad y año) Esta fotografía nos la sacó Paulo Coelho.
No sé cuantos años han pasado, no somos los mismos, pero hay una cosa que no pasa.
Si yo te digo "Quiero aprender magia- dijo la chica..."
Tú me responderás...