
Un día salté la valla, para no volver nunca más.
Cómo el Tránsito de Venus, algunas cosas solo suceden una vez en la vida.
Solo una.
Ahora.
Y el miedo, la cobardía, el tiempo, la distancia, la inseguridad... se convierten poco a poco en nubes negras que tapan su camino y no nos dejan ver que esto que sucede no volverá a pasar. Ahí, entre las nubes se quedan las cosas que nunca te dije, los silencios de los pasillos, las sombras que de puntillas recorren los senderos que no son de nadie. Mientras los días se vuelven años, y las horas transcurren sin sentido, mientras la mente viaja y vuela a donde nadie llega, recorro mi propio tránsito, como Venus cuando cruza el Sol, y pienso... Hay un desahucio interior que todos hacemos alguna vez, y un momento en que nos negamos incluso a nosotros mismos. A veces siento como si alguien me hubiese guardado en el interior de un limón muy amarillo y metido dentro de un congelador, roto las llaves, robado los dados para avanzar en las casillas del tablero, restado la realidad a mi existencia... y a veces, pienso que hay un lugar donde todos guardamos las lágrimas que no lloramos, los abrazos que nunca dimos y los fantasmas huecos que viven en una caja que se perdió, y pienso que aunque no tengo clara la órbita, no quiero que sea el lugar donde voy a dejar este tránsito único.
Como el Tránsito de Venus, que sólo se da una vez en la vida, tenemos que aprender que hay cosas, lugares, momentos, que nunca volverán. Si de algo estamos seguros en el momento de que somos conscientes de nuestra vida es de que vamos a morir. Y que hoy, ahora, puede ser la última vez que estés en el lugar que estás, que leas las palabras que lees, que seas la persona que eres. Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, porque, si lo piensas bien, puede que todo en este plano de existencia sea sólo un Tránsito más. Sin embargo, algunas cosas se repiten, con cierta rutina, con frecuencia, espaciadas, van y vienen, como una marea. Con esa certeza, olvidamos que Venus sólo recorrerá su Tránsito una vez, y que será la única que suceda en 243 años, o incluso en toda la existencia. Porque quizás, el Tránsito de Venus que pasamos, solo sea en esta ocasión, en esta encarnación, en este lugar, en este momento. Solo una vez. Solo una. Ahora. A veces, hay que pensar si uno quiere escuchar lo que te dicen las tripas.
Como el Tránsito de Venus, algunas cosas solo suceden una vez en la vida.
Solo una.
Ahora.
...me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor...